El criminólogo Donald R. Cressey entrevistó a 200 defraudadores encarcelados y estudió las características y factores que influyen en su comportamiento criminal en la década de 1940, introduciendo la teoría del Triángulo del Fraude en la década de 1950.
El Triángulo del Fraude sugiere que hay tres factores que contribuyen a que una persona cometa fraude.
La mayoría de las personas son justas y honestas, pero lo que se encontró en este estudio es que incluso las personas con estándares éticos muy altos pueden sentirse tentadas a cometer un delito y realmente llevar a cabo el delito, especialmente cuando están presentes los tres factores del Triángulo del Fraude.
Presión
La presión puede provenir de muchas direcciones y puede ser un impulsor que empuja a alguien a cometer fraude:
Cuando se investiga un caso de fraude, es necesario comprender y explorar cualquier factor de presión para los sospechosos, ya que estos pueden ofrecer un motivo para actos ilegales.
Oportunidad
La oportunidad es la posibilidad, ocasión, conocimiento o probabilidad que alguien tiene de cometer fraude. Algunas circunstancias que influirán en esas oportunidades son:
Racionalización
La racionalización se refiere a las excusas que los defraudadores se dan a sí mismos para justificar sus actos. Este factor es más difícil de observar o comprender al realizar una investigación y puede requerir varias entrevistas. Algunas racionalizaciones que he escuchado en mi carrera son: